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Noches infinitas me traspasan,
la puerta está abierta para tus pasos.
Huí de tí como huye el desertor de la batalla.
Te nombro, y tu nombre es un eco lejano que engendra mis pesadillas.
Me ignoras, y tu ignorancia me clava un ardiente dardo envenenado
que me trepana el alma.
Te llamo, y mi llamada es un grito desconsolado y tenue que se apaga en tu contenido deseo.
Noches infinitas me traspasan,
la puerta se cierra, tus pasos se acercan.
(Odilon Redon)