Si ya cansado el árbol de ser árbol,
ha dejado caer el peso de sus ramas al suelo,
arrancado sus raices y echado a caminar.
Si ya cansada el ave de emigrar,
ha construido su nido junto al mar,
para aprender a nadar.
Si ya cansada mi voz de lamentar,
ha empezado de nuevo a cantar,
no importándole desafinar.
Si ya cansada la memoria de recordar,
se ha detenido en un punto,
para nunca volver a retornar.
Si ya cansada la voluntad de laborar,
ahora se mece y se deja llevar
al ritmo de su conciencia.
Si ya cansado el deseo de desear,
ha huído al oirte llamar,
desnudándose ante anhelos posibles.
Si ya cansada yo de paciencia,
ya no contemplo la tranquila espera,
más sólo ahora,
o nunca ya.