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Qué bella pena negra!

Tan perecedera como las gotas de lluvia rampante,

precipitada sobre la acera gris,

 aplastada por despistados transeúntes.

 Las calles ya no son las mismas calles;

van cambiando en una descuidada sintonía

 desprendida de memorias efímeras.

Y era allí,

donde infantiles,

jugábamos a atrapar

 las alegrías que huyen veloces,

antes que les alcance la muerte.

Todo se metamorfosea en las esquinas,

y mis manos ya no son mis manos,

 no logramos reconocernos entre tanta confusión…

Atravesamos pasos de peatones sin mirar hacia los lados,

 atravesamos avenidas, carreteras, puentes...

No sabemos bien…

 Y el viento nos golpea fuerte .

Detenidos en encrucijadas,

no nos percatamos de que las calles,

ya no son las calles…

Llueve,

olor a asfalto mojado y a transeúntes perdidos.

No sé,

realmente no sé ...

Respirando tu aire y contagiándome de tus bostezos,

haciéndome viva,

atravesando tu boca abierta.

Trato de estirar el fino hilo que

me ata a tu espalda,

cada vez un poco más,

cuidadosamente olvidadiza,

en un exasperado intento

de mantenerme en el suelo.

Los ojos lloran aguas miles,

y enturbian los más bellos paisajes.

Hacedores de mundos,

construídos sobre vapores invisibles,

A veces, acallo mi voz,

y me trago todas las letras...

 una a una,

impidiendo el  sin sentido de la palabra.

Los abortos del verbo

 se transforman en mi condena.

Quiero decir:

Volar,

Reir,

Llorar,

Mirar,

Callar,

todos ellos amando,

aferrándose a mi propia vida.

No sé,

realmente no sé...

Me atraganto de ti,

viviendo en ti atragantada.

.

Otro día más,

otro día en el que las ramas de los árboles

se desperezan al cantar del alba.

Las calles bostezan y languidecen

en ensoñaciones rotas.

Los espejos reflejan los rostros cansados, cetrinos, sin aliento,

y los cuerpos se mueven en holísticos cortejos

para no sentirse solos.

Otro día más,

en el que las persianas se levantan con estrepitoso ruido,

con el rompedor clamor de un coro de despertadores chillones.

Los autómatas vagan destino al trabajo,

suspirando,

mientras navegan en oníricas lamentaciones.

 Los edificios vomitan, quedando deshabitados;

 y mientras, nosotros...estáticos,

 retenidos,

atrapados en una maraña de hilos,

empezamos a desperezarnos y a lamernos los lomos…

Otro día más,

desmembrándose del TODO;

en el que abrazaremos la risa,

fabricando motivos para llenar nuestro espacio.

Y bien?,

al fin somos,

desprendidos de nociones superfluas,

que nos envenenan el pensamiento.

No denostéis la necedad del crédulo,

pues él ,

también tiene su verdad.

Acorralados y asustados

os escondéis tras la maleza.

No sabéis que jugamos al juego

del cazador cazado?-

Y bien?,

proclamad conmigo el existencialismo

más absoluto

que nos hará dignos de” ser “y de” estar”.

Subyugados,

inciertos,

de cartón piedra,

formando parte de un gran decorado,

jugamos a los títeres y a creer

que somos capricho,

de un ente aburrido y omnipotente;

que distrae su apatía  moviendo

 nuestros frágiles hilos,

convirtiéndonos en bufones malogrados

de una creación imperfecta.

Os digo,

que realmente estamos solos,

   solos,

con nuestra conciencia,

con nuestros pesares,

con nuestra incoherencia.

Sabed pues,

que allí fuera  nada hay,

NADA.

Oremos hermanos!

y proclamemos

al superhombre en su esencia,

propugnando la consigna Nietzscheana:

- Dios ha muerto,

y al fin,  libres somos!!!!

Amén-.

Y bien?.

Puede que intente asesinar mi dolor,

narcotizando mi alma,

con calmada ironía

que atosiga mis sentidos.

Quiero entonces sufrir una metamorfosis

que me asemeje a la vida

añorada y no vivida.

Pasaste en ráfaga veloz y rauda,

no te detuviste a mirar,

y al querer seguir tu halo

me quedé muda y hierática

en irascible sintonía con aquello

que sentía.

Oh si pudiera inundarme la alegría

y rebosar la risa en mi boca!,

refulgiendo en mi semblante

la gloria del vencedor…

Y vivo viviendo en mi,

plena y hueca,

resonando en las madrugadas,

agotando los días que acortan el camino.

Al fin…rendida.